Alba Draga

Melek está siendo perseguida por el bosque como un animal.
La sacerdotisa sabe que su magia no puede ocultar el rastro a sus perseguidores y que cada vez están más cerca. El castigo por usar magia siendo mujer, es la muerte. Y más siendo ella una de las últimas que aun pueden enseñar sus conocimientos.
Ya quedan pocos sitios en los que el fundamentalismo religioso del Imperio no persiga a su Orden, pero sabe de la importancia de lo que lleva consigo y no puede dejarse atrapar.
Los dos Monjes Guerreros no quieren dejar escapar a la Hereje.
Su sola presencia es una ofensa para su orden y solo el pensar en alguien practicando magia prohibida les pone enfermos. Sus dragones lo notan y están inquietos y agresivos. Pero los Monjes tienen una misión que cumplir en esta alejada provincia y su deber es primero con el Imperio. El joven siente la duda en su pecho pero el más anciano no quiere dejarla escapar. Quiere regar la nieve con su sangre.